Solicitan una subvención a la Dirección General de Bienes Culturales para acometer actuaciones de restauración de la Capilla del Cementerio Municipal “Nuestra Señora del Carmen”

La Junta de Gobierno Local ha aprobado la memoria de restauración de la Capilla del Cementerio Municipal “Nuestra Señora del Carmen”, valorada en 160.441,87 euros; así como solicitar una subvención a la Dirección General de Bienes Culturales para acometer actuaciones de restauración de dicha infraestructura.

La pretensión del Ayuntamiento de Totana es también acometer las obras de restauración de los dos pabellones existentes a la entrada del camposanto, en virtud de otras fuentes de financiación.

Las actuaciones son necesarias ante el estado en el que se encuentra la Capilla Nuestra “Señora del Carmen”, la cual se encuentra vallada, con restricción de acceso y con diversas patologías que comprometen su estado, siendo necesarias actuaciones como reparación de cubierta, fachada, carpinterías y herrería, intervenciones en el interior del inmueble, tratamiento de humedad por capilaridad, que producen un riesgo para el paso de transeúntes.

El Cementerio Municipal “Nuestra Señora del Carmen” se remonta a finales del S.XIX, concretamente en 1882, siendo alcalde de Totana, Antonio Camacho; y se le decide confiar el proyecto al prestigioso arquitecto de la época, Justo Millán, entonces arquitecto diocesano, que, no sin dificultades, sería el que finalmente lo llevaría a la práctica.

Desde un punto de vista histórico la decisión fue un acierto, si bien la realización quedó empobrecida, siempre por problemas económicos.

El camposanto de Totana adopta un plan diferente, que servirá de base a otros que realizaría después. Es patente en los planos el cuidado y la creatividad que pone en el trabajo; por un lado está definiendo un modelo, por otro parece sentirse cómodo en esta tipología en la que puede dar rienda suelta a su espíritu romántico, como se ve en la ambientación de los alzados, donde combina arbolado, tumbas y mausoleos para crear un paisaje evocador que parece recordar el famoso cementerio de Père-Lachaise en París.

Se trata de una construcción de planta rectangular, planteada de forma funcional, que reserva lo contenidos simbólicos fundamentalmente a la ornamentación. Divide el alargado rectángulo en dos sectores, equilibrando la distribución espacial.

El recinto principal sitúa en el centro la capilla, inspirada en el románico italiano, de planta de cruz latina, con brazos muy poco desarrollados que la aproximan a un espacio centralizado, subrayado por la cúpula que cubre el crucero.

Las parcelas mayores dedicadas a panteones bordean la calle central que desde la entrada se dirige a la capilla y en torno a ella; son éstos los lugares más frecuentados y los que pueden dar una mayor dignidad al conjunto. También dedica a panteones parcelas más pequeñas en calles secundarias y en las que rodean la cerca, eliminando la construcción de nicherías, muy criticadas en este momento.

En las cuatro esquinas deja sitio para osarios, donde después de cinco años pueden depositarse los restos procedentes de tumbas no adquiridas a perpetuidad. A las sepulturas en suelo se dedican los espacios laterales y posteriores del recinto, dividiéndose en propias de adultos y de niños, como era habitual entonces.

El segundo recinto, situado al fondo, se destina a las sepulturas realizadas directamente sobre tierra, dejando dos de sus lados para osarios, ya que aquí, por lógica, al no tratarse de tumbas adquiridas a perpetuidad, existe un mayor movimiento de restos.

Las dependencias de servicios y los cementerios de protestantes y no bautizados, los sitúa el arquitecto Justo Millán en el exterior del recinto, creando con sus volúmenes un espacio de entrada o antecementerio que se dignifica, en la casa del enterrador y en la sala de autopsias, mediante dos pórticos con pilares.

Sin embargo, el cementerio de Totana no refleja la interesante decoración que plasmó Justo Millán en los alzados de la portada y en la fachada de la capilla, inequívoco signo del arquitecto, de su época y de su concepción de las obras cementeriales.

La entrada se resuelve con un esquema de arco de triunfo: arco de ligera herradura entre machones al que se superpone el entablamento, con una simplificación de los motivos ornamentales previsto en el proyecto original.

 

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